martes, 30 de julio de 2013

Un poema de Ralph A. Lewin (en homenaje). A poem of Ralph A. Lewin (in homage)

En aquellos tiempos en los que pude asistir a un congreso de Ficología, recuerdo a un señor que, aparte de ser una de las estrellas del congreso, solía divertir a los asistentes con un poema improvisado en la velada final. Yo no es que supiera mucho inglés pero recuerdo cómo los asistentes reían a carcajadas las ocurrencias de las rimas. Años después supe que se trataba del profesor Ralph A. Lewin, uno de los más brillantes ficólogos que ha dado el siglo XX. El Profesor Lewin nació en Londres (1921) y desafortunadamente nos dejó hace ya unos años (en 2008) tras un legado de trabajos científicos sobre Ficología en las más prestigiosas revistas de Oceanografía y Botánica Marina. En 2003 me regalaron un libro suyo de poemas y transcribo aquí, como tardío homenaje, uno de los más divertidos, en los que se mofa de los continuos cambios taxonómicos en la disciplina (cambios que curiosamente continúan hoy en día), con una posterior traducción que espero no desentone mucho aquello que el Profesor Lewin quiso transmitir.


Phycology by Fiat (Ficología por Decreto)

The blue-greens are not algae any more... any more.
It seems that they´re not lost, but gone before.
      By a stern decree despotic,
      Since they are all procariotic,
The poor blue-greens can´t be algae any more.

(Las cianobacterias ya no son algas nunca más ... nunca más.
No parece que se hayan perdido sino que se fueron antes.
      Por un decreto severo, despótico,
      dado que son todas procariotas,
las pobres cianobacterias no pueden ser algas nunca más).

Euglena´s not an alga any more... any more,
Whatever people thought of it before.
      Its form is somewhat plastic
      And its pellicle´s elastic,
So Euglena´s not an alga any more.

(Euglena no es un alga nunca más ... nunca más,
no importa lo que la gente pensara antes sobre ello.
      Su forma es un poco plástica
      y su membrana es elástica,
por eso Euglena no puede ser un alga nunca más).

Spirogyra´s not an alga any more... any more.
Though it passes nuclei from pore to pore.
      Since it hasn´t swimming gametes
      It´s reclassified with Trametes,
Spirogyra´s not an alga any more.

(Spirogyra no es un alga nunca más ... nunca más.
Aunque pase nucleos de poro a poro,
      por no tener gametos que nadan
      se ha reclasificado con los Trametos,
Spirogyra no puede ser un alga nunca más).

Red algae are not algae any more... any more,
Though the reddest weeds abound on every shore.
      Since their microsporulation
      Is devoid of flagellation,
The red algae are not algae any more.

(Las algas rojas no son algas nunca más ... nunca más,
aunque abunden las algas más rojas en cada costa.
      Dado que su microesporulación
     está desprovista de flagelo,
las algas rojas no son algas nunca más).

You cannot regard an alga as a plant ... as a plant.
However much you want, you just can´t.
      If it´s not too late to switch
      You should throw away your Fritsch,
For the algae are not algae any more.

(No puedes considerar un alga como planta ... como planta.
Aunque realmente lo quieras, simplemente no puedes.
      Si no es demasiado tarde para cambiar
     deberías tirar tu Fritsch*,
ya que las algas no son algas nunca más).

*El Fritsch es como se conoce el libro del profesor británico F. E. Fritsch "Estructura y reproducción de las algas".

sábado, 27 de julio de 2013

Sacando Punta a las algas (twisting algae in Punta Umbría)

Un gestor medioambiental de la localidad onubense de Punta Umbría me pregunta, ante la presión mediática, qué puede hacer con las algas que aparecen en gran cantidad en las playas en estos días de verano. Los turistas accidentales (no los lugareños que han convivido con estas arribazones durante decenios) se dirigen hacia los algandianos en términos de "vergüenza", "porquería" y otros vocablos malsonantes. Un vistazo detenido a una muestra ofrece una imagen de diversos colores, donde se mezclan con Dictyota dichotoma, la especie predominante, Ulva, Codium y algas rojas que no acierto a identificar.


Estas algas han llegado hasta mi pueblo, donde forman un denso cinturón y donde lo verdaderamente vergonzante son los plásticos, bolsas, cordeles, etc que se mezclan entre ellas, producto de una pésima educación ambiental.


Al gestor le recomiendo que no se moleste por tales comentarios despectivos hacia lo que la naturaleza arroja. Que tan pronto como las algas llegan se van con la próxima marea (no deben gustarles lo que ven fuera, donde el turista accidental no entiende que los ciclos de materia y energía en la naturaleza son así, y que ellas llevan visitando la playa muchos años antes que ellos).
Las arribazones algales son el resultado de una sencilla ecuación: nutrientes + luz + temperatura = producción primaria. Estas masas de Dictyota denotan una calidad aceptable de las aguas y ayudan a su oxigenación, procesan y depuran parte de los residuos que el turista accidental vierte sin contemplaciones y pueden incluso suministrar otros servicios ambientales una vez retiradas (si la presión popular es más fuerte que el sentido común de un ecólogo) ya que en algunas regiones se utilizan para abonar los campos.
En otras localidades (Bolonia, en Cádiz, Pechón en Cantabria) las arribazones son bienvenidas e incluso el turista accidental se baña entre ellas para recibir un cóctel de oligoelementos en la piel.
Una sociedad más sostenible aprovecharía estos episodios para aprender a identificar algandianos, deleitarse con los olores a mar, entretenerse preparando pliegos y reflexionar sobre si estas arribazones no son sino culpa del maltrato que hacemos a la mar y a los seres que allí conviven.

martes, 16 de julio de 2013

Fotografiando algandianos (taking photos of algandians)

Los naturalistas siempre han sentido curiosidad por las especies que habitan Gaia y los algandianos no son una excepción. Algún amigo me ha enviado fotos increíbles, como este bellísimo cinturón de Ascophyllum nodosum que coloniza estructuras humanas al vaivén de la marea gallega.


Pero a mí lo que más me llama la atención es el trabajo de fotógrafos profesionales que casi sin querer añaden algandianos a sus composiciones. Me regalaron un libro titulado "Guada, memorias del agua", con fotografías de José Manuel Vera Borja. En el libro aparecen fotografías con algas, como estas ulvales tapizando una soga de algún barco varado. La luz del amanecer mezcla colores verdes y amarillentos creando un efecto que rememora la tranquilidad de las horas tempranas.


Y qué decir de esta composición donde algas verdes cubren y disfrazan la herrumbre de una barandilla que facilita el acceso a un fondo portuario. Los colores algales crean una imagen soberbia.


 Por último, el catálogo incluye esta imagen de un Plocamium cartilagineum vilmente arrojado en la arena como la lágrima de la canción. Las sombras delatan una hora temprana, donde la bajamar permite arenas aún no holladas por los paseantes que disfrutan de largas caminatas por las playas de Cádiz. En el catálogo, la imagen se muestra junto a una fotografía de una iglesia reflejada en un charco. Rogamos pues que vuestros ojos se desvíen hacia la izquierda, sin que ello signifique el menosprecio de la imagen eclesiástica.


miércoles, 10 de julio de 2013

Algas por el Camino (algae through the Way)

Si alguien piensa que los habitantes de Algandia no son peregrinos se equivoca. Recorriendo el Camino de Santiago llegué exangüe a Logroño y mis pasos me llevaron a la Calle del Laurel, en concreto a las Letras de Laurel, donde entre un sinfín de exquisitos y elaboradísimos pinchos había uno especialmente llamativo: David, el cocinero, me explicó que la chuletita de cordero sobre las papas estaba bien acompañada de ¡algas!, en este caso una mezcla de wakame (Undaria pinnatifida) y agar prestado por un algandiano rojo. Para mí que había también algo de Ulva... El caso es que el sabor crujiente de las algas regado con un rioja soberano me recompusieron y me dejaron listo para la siguiente etapa del Camino.


Igual de sorprendente fue ver a David disfrutando con la camiseta del Cádiz en estas tierras del norte. Aunque este algarero sea hincha de otro equipo sureño de colores blanquiazules, no pude sino acallar la tasca con un grito de ¡ese Cádiz, joé!, entre las risas de unas niñas que presenciaron el acontecimiento.


Gracias pues a todos los amigos de las Letras del Laurel, que ayudaron a este peregrino a seguir la marcha buscando curiosidades sobre algas.