sábado, 27 de julio de 2013

Sacando Punta a las algas (twisting algae in Punta Umbría)

Un gestor medioambiental de la localidad onubense de Punta Umbría me pregunta, ante la presión mediática, qué puede hacer con las algas que aparecen en gran cantidad en las playas en estos días de verano. Los turistas accidentales (no los lugareños que han convivido con estas arribazones durante decenios) se dirigen hacia los algandianos en términos de "vergüenza", "porquería" y otros vocablos malsonantes. Un vistazo detenido a una muestra ofrece una imagen de diversos colores, donde se mezclan con Dictyota dichotoma, la especie predominante, Ulva, Codium y algas rojas que no acierto a identificar.


Estas algas han llegado hasta mi pueblo, donde forman un denso cinturón y donde lo verdaderamente vergonzante son los plásticos, bolsas, cordeles, etc que se mezclan entre ellas, producto de una pésima educación ambiental.


Al gestor le recomiendo que no se moleste por tales comentarios despectivos hacia lo que la naturaleza arroja. Que tan pronto como las algas llegan se van con la próxima marea (no deben gustarles lo que ven fuera, donde el turista accidental no entiende que los ciclos de materia y energía en la naturaleza son así, y que ellas llevan visitando la playa muchos años antes que ellos).
Las arribazones algales son el resultado de una sencilla ecuación: nutrientes + luz + temperatura = producción primaria. Estas masas de Dictyota denotan una calidad aceptable de las aguas y ayudan a su oxigenación, procesan y depuran parte de los residuos que el turista accidental vierte sin contemplaciones y pueden incluso suministrar otros servicios ambientales una vez retiradas (si la presión popular es más fuerte que el sentido común de un ecólogo) ya que en algunas regiones se utilizan para abonar los campos.
En otras localidades (Bolonia, en Cádiz, Pechón en Cantabria) las arribazones son bienvenidas e incluso el turista accidental se baña entre ellas para recibir un cóctel de oligoelementos en la piel.
Una sociedad más sostenible aprovecharía estos episodios para aprender a identificar algandianos, deleitarse con los olores a mar, entretenerse preparando pliegos y reflexionar sobre si estas arribazones no son sino culpa del maltrato que hacemos a la mar y a los seres que allí conviven.

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