viernes, 22 de julio de 2016

Algandianos e indicadores de sostenibilidad (Algandians and indicators of sustainability)

De todos es sabido que el hombre ha tenido verdadera predilección por los algandianos, bien como objeto de arte, como objeto de estudio o como objeto para satisfacer su apetito. El caso es que el deseo de su consumo voraz debería llevar a los entendidos a trabajar sobre cómo mantener las poblaciones algandianas en la naturaleza de manera que las sucesivas generaciones puedan disfrutar de ellas como nosotros hemos podido disfrutar de su existencia. Para ello se propone como primera medida fomentar su cultivo, pues son muy claros los beneficios de esta actividad, ya sea como forma de oxigenar el agua, biofiltrar nutrientes, complementar otras actividades acuícolas o fomentar el turismo natural.

La cuestión es que meditando sobre estas cuestiones mientras paseaba por La Coruña, mis pasos me llevaron al CICA, el centro de investigaciones científicas avanzadas de la Universidad de esta bellísima ciudad gallega.

Ya puestos entré a visitarlo y cuál fue mi sorpresa cuando vi a un grupo de sesudos expertos hablar sobre algas, y dado que eran unos cuantos, penetré con ellos en la sala sin que se notara mi presencia para ver de qué se trataba en la reunión.











Los expertos departiendo sobre indicadores.

Las discusiones versaban sobre cómo idear un paquete de indicadores para evaluar la sostenibilidad de la recolección y el cultivo de macroalgas en España. Allí se encontraba la flor y nata de la industria ficológica española junto con académicos, gestores e investigadores del mundo algandiano. Pude observar con enorme alegría cómo cuando se quiere llegar al bien común el acuerdo es sencillo y cómo se establecieron las bases para una lista de indicadores ambientales, sociales y económicos que evalúen unas buenas prácticas sostenibles sobre el uso y disfrute de las poblaciones de macroalgas de interés comercial. Allí se habló de Gelidium corneum, de Sacharina latissima, de Ulva y de otros algandianos de gran valor.










Laminaria ochroleuca, un alga de interés comercial.


¡Qué gusto de ver tal camaradería entre personas! ¡Debieran aprender nuestros políticos enfrentados entre líneas rojas, reparto de favores, amenazas y fanfarronadas!

Después, y ya mezclado entre los expertos sin que nadie acertara a notar mi intrusión, acompañe a la comitiva a una visita a un laboratorio donde los algandianos crecían felices en tanques de cultivo, ya fueran nacientes esporofitos o minúsculos gametofitos, para servir a la ciencia.











Gametofitos de Sacharina latissima vistos al microscopio.










Talos de Ulva creciendo a todo trapo en tanques de cultivo.

Ya no quise abusar más de mi mimetismo expertil y me despedí de algunos de los concurrentes con un nombre que sonara a centífico (Dr. Kausmann, para servirle, experto en genética de protoplastos carposporofíticos). Los pasos me dirigieron después hacia la plaza de María Pita, quintaesencia de la resistencia coruñesa contra el vil inglés, sumido en meditaciones sobre los grandes ficólogos que ha dado esta terra galega (Fermín Bescansa, Ignacio Bárbara, Juan Seoane Camba, Javier Cremades...) y que mantienen la honra que tan alto proclamara la heroína.

domingo, 3 de julio de 2016

Un libro con algandianos (An algandian book)

El otro día paseando por Cádiz decidí entrar en el rectorado de la Universidad. El rectorado está situado en plena calle Ancha, calle por donde paseara Lord Gray con Gabriel junto con el resto de personajes Galdosianos, calle histórica central de Cádiz, otrora corazón de España, donde ya en el siglo XIX se reuniera toda la caterva de mentirosos, desocupados, noveleros y toda la gente curiosa y holgazana junto con damas de moda, petimetres, abates y enamorados, según cuenta Don Benito en los Episodios Nacionales.







  Una imagen de la calle Ancha a principios del siglo XX

Pues en el salón principal resulta que se presentaba un libro con el título de "Parque Natural del Estrecho, frontera entre dos mundos". Al ser uno de los pocos concurrentes me regalaron un ejemplar de la obra y, cual fue mi sorpresa, cuando al abrir el libro pude contemplar que era todo un goce para los sentidos. Allí se congregaba un sinfín de fotografías sobre este Parque Natural gaditano, incomparable por su diversidad de ecosistemas marinos y terrestres.

Resultado de imagen de Parque Natural del Estrecho, frontera entre dos mundos
 Portada del libro sobre el Parque Natural del Estrecho.

Y entre las fotografías destacaban algunas con algandianos como fuente de inspiración. Allí están las fotos de maestros de la cámara como Yuri Quílez, Serafín Sánchez, Juan Miguel González Perea, Andrés de la Cruz, José Luis García Meléndez, Martín Caballero, Toni Francisco o Manuel Pérez Ruíz que dejan a las claras por qué las algas enamoran.








  

Nemalion elminthoides en el Parque Natural del Estrecho.

La obra merece la pena por cómo refleja la esencia del Parque del Estrecho desde todos los puntos de vista y hay que agradecer a Juan Martín Bermúdez el interés que ha puesto en reunir tanta historia y tanta emoción en este documento. Al final, varios de los fotógrafos se reunieron libro en mano, en una foto para la posteridad.


 Alguno de los autores, mostrando orgullosos la obra publicada.

Gracias Juan por permitir que una imagen de este algarero, reflejo de cómo interpreté la Isla de Tarifa, haya quedado inmerecidamente mezclada entre obras de tantos grandes artistas.